LA LIBRERÍA
La película de Isabel Coixet (2017) adapta de una manera muy fiel una
novela de Penélope Fitzgerald (E. Impedimenta, 2010)
Ya en los primeros minutos de esta maravillosa película, una
voz en «off» nos regala algunas ideas y sensaciones sobre el placer de la
lectura, sobre esos momentos de profundo deleite cuando uno descubre entre las
palabras de un libro esas emociones que sabe cómo tenerlas pero no cómo
expresarlas.
La historia es sencilla: una mujer cumple su sueño de abrir
una librería, la única en un pequeño pueblo inglés, e incomoda con ello los
intereses de la alta sociedad del lugar. Pero, lo que explicado en una línea es
sencillo, el hermoso trabajo de Coixet consigue envolverlo de tantas sutilezas
y complejidades, de tanto mundo interior agazapado en los personajes, sus actos
y diálogos, que se asiste a todo ello como a un duelo de «western», pero armado
de ironías y cinismo «british», ese que subyace detrás del texto y del rostro
de los personajes. La relación entre Emily Mortimer (ella) y Bill Nighy (un
viejo viudo, lector y ermitaño) produce momentos de cine acorazado de emoción
sólo comparables a los de Anthony Hopkins y Emma Thompson en «Lo que queda del
día», esa especie de implosión de soledades, de afinidades, pero separadas por
la inmensidad de un centímetro.
Tanta
sensibilidad como circula por las venas de la película se ve adornada por una
melódica puesta en escena (todo el frío por fuera) y unas interpretaciones de
fábula a cuyo tono pertenece la de la «villana» Patricia Clarkson, esa actriz
capaz de transmitir el mal (o lo divertido del mal) con ojos golosos.
Hay que
felicitar a Isabel Coixet por limar hasta casi la absoluta redondez esta
película sobre todo eso tan «viejo», tan «pasado» que es imprescindible verlo,
paladearlo y conservarlo.
PLAYCINE:
Pasión y firmeza entre líneas, 31 enero 2018 por Oti Rodríguez Marchante