jueves, 11 de abril de 2019

LECTURA INTERESANTE




VIVIAN GORNICK: “El trabajo es más importante que el amor”

Vivian Gornick (Nueva York, 1935), es hoy una voz capital del feminista que practicó, como periodista, desde 1969 en el The Village Voice. Como autora es impactante por su honestidad. Recomendamos sus dos libros de memorias:
 Apegos feroces (1986) y La mujer singular y la ciudad (2015), publicadas en español por la Editorial Sexto Piso
La propia autora se refiere a ellos como… “Son libros de memorias, no panfletos, pero Apegos feroces entró de pleno en la segunda oleada de feminismo de los años 80 y encajó con la historia de una mujer que no puede abandonar a su madre porque, en el fondo, se ha convertido en ella; es la lucha por recuperar la propia vida; y esa lucha continúa, no está muy lejos de hoy; uno se ha de ganar su propia vida, se la ha de merecer”. Sabe de qué habla: hija de inmigrantes ucranianos enclavados en pleno Bronx, Vivian se mueve entre una madre que está en depresivo duelo eterno por la muerte de su esposo (la escritora tenía 13 años) y la vecina Nettie, pelirroja dueña total de su vida (y de su sexo).
“En La mujer singular y la ciudad contribuyo a aquella tradición literaria con una voz femenina que no estaba, esa es mi mujer divorciada y feminista que camina por la ciudad, han pasado 25 años, esa mujer no se siente mejor, sigue siendo una desconocida en su propia piel, pero ha encontrado la ciudad que la reconforta… Es el aislamiento del ser humano dentro de una multitud, pero la necesidad a la vez de pertenecer a ella...”.
En entrevistas recientes ha manifestado que la sensación que tiene a sus 83 años es que, en relación al papel de la mujer, “se ha avanzado poco y eso explica el tono que ha adquirido la campaña Me Too: las jóvenes de entre 30 y 40 años han salido a buscar sangre, quieren decapitar a todos los hombres que encuentran; hay ira, rabia; en mi época no nos sentíamos tanto así; quieren sangre y eso es fruto del progreso insuficiente en este ámbito; pero es esa rabia lo que ha provocado que nunca el movimiento haya estado tan cohesionado como ahora”.
Tampoco es fácil de resolver esa búsqueda de la igualdad: “De todas las dicotomías de la Humanidad, incluida la de negros y blancos, la división más grave es entre hombres y mujeres, entre otras razones porque nos metemos en la cama con los enemigos; estamos demasiado interconectados, las intimidades complican la resolución”. Pero admite también, ante la eclosión de casos de abusos sexuales denunciados desde todos los ámbitos, empezando por Hollywood: “Yo fui la primera sorprendida, creía que lo de los depredadores sexuales se había ido dejando atrás… Es una prueba más de que el cambio social es, y será, muy lento”.
En la obra de Gornick se desprende también que la idea del amor tiene algo que ver en el proceso de supeditación de la mujer. “Ah, el amor, el amor…”, suspira sardónicamente. “Mi madre decía que el amor era lo más importante en la vida de una mujer; yo crecí con esa premisa de que el amor redime, que completa la vida de una fémina..., cuando en realidad ese mensaje del amor encarcela tu mente, el espíritu y hasta las ganas de trabajar: es un enemigo económico de las trabajadoras”. Y apuntilla: “Una de las premisas de la cultura feminista es que no puedes basar tu identidad en el amor; Freud decía que la vida es trabajo y después, amor... en ese orden; las mujeres hemos de tener nuestra propia experiencia y primero es esa experiencia y luego, la del amor; te ayuda a tener una vida completa, pero el amor no eres tú”. En ese sentido se ha de traducir su frase “el trabajo es más importante que el amor”.