LA VIOLACIÓN POR SUMISIÓN QUÍMICA
Y no hace falta disponer de burundanga u otras drogas más
difíciles de conseguir: basta con tener a mano benzodiacepinas (presentes en
los somníferos), hipnóticos, analgésicos potentes, barbitúricos, etc. , que se
consiguen con una receta médica y que mezclados con alcohol tienen un efecto
sobre la voluntad de la víctima casi inmediato.
La sensación que relatan las víctimas es de un posible mínimo
mareo y sentirse como si estuvieran en una nube, a veces dándose cuenta de lo
que ocurre, pero sin poder hacer nada por evitarlo, por lo que no podrán en
ningún caso manifestar su consentimiento.
Que esto ocurre con bastante frecuencia es de sobra conocido,
y la recomendación que se hace a las mujeres también lo es: No te fíes de
desconocidos, no sueltes la copa, cuidado con lo que haces…como si ellas fueran
las que han de evitar, estando siempre alerta, las posibles agresiones.
¿Podemos evitar ser víctimas de unas drogas que anulan la
voluntad pero que no tienen sabor, no tienen color y no tienen olor? ¿Cómo
saber si a la bebida que estamos consumiendo se le ha añadido una mínima
cantidad de una sustancia que puede ser como unas gotitas de agua, mucha menos
cantidad que un cubito pequeño de hielo, que actúa rápidamente y doblega tu voluntad?
Al no haber constancia por parte de las mujeres víctimas de haber sufrido
una violación a causa de la amnesia que producen los narcóticos, los jueces
pierden la principal herramienta que necesitan para juzgar al agresor: el
testimonio de la víctima. Recordemos que en la mayoría de casos de violación,
no existen testigos, de manera que se enfrentan las declaraciones de agresor y
víctima, que por lo general desarrollan versiones opuestas. Es por esto que la
mayoría de violaciones realizadas con sumisión química acaban siendo juzgadas
como abuso sexual.
Ni las mujeres son las
responsables de lo que les pueda pasar en esas situaciones, ni con su
precaución basta para evitar estas
agresiones.
La lucha por la igualdad, por la defensa de los derechos y libertades de las
mujeres y el rechazo y la denuncia de la
violencia que se ejerce sobre ellas concierne a
toda la sociedad, a todas las personas que tienen el convencimiento de
que los derechos humanos deben ser patrimonio del conjunto de la ciudadanía y
están dispuestas a trabajar para que desaparezcan las desigualdades sexistas.
Por ello, la implicación de los hombres en la consecución de
la igualdad y en la lucha contra la violencia que se ejerce sobre las mujeres deber
ser como parte interesada, y no como
aliados, desde fuera, en una posición
más pasiva, como si la igualdad fuera un asunto y una preocupación de las
mujeres donde ellos aportan
exclusivamente su solidaridad.
Deben tomar parte en
ella como sujetos activos que se involucran, se organizan, buscan alianzas para
hacer pública su posición frente a las desigualdades, para manifestar su rechazo a los comportamientos machistas de
los son testigos, y que asumen su
responsabilidad en el cambio, para el que es imprescindible que ellos asuman
también una masculinidad que coloca la vida y los cuidados que se requieren para sostenerla en el centro de sus intereses.
El término sumisión química lo empieza a utilizar en una
publicación científica en España el catedrático de Toxicología Manuel
López-Rivadulla en el año 2008
Fuentes de Mossos d'Esquadra explican los aspectos policiales
en una entrevista a Voz Pópuli